Primer Lugar
Nombre del cuento: y tu, ¿Cuál es tu historia?
Autores: Paulette Peralta & María José González
Curso: 4to PAI A (10mo)
Año 2020, se encontraba un joven llamado Adrien, que pasaba tiempo con su roommate, Ethan. A Adrien no le gustaba pasar tiempo con su familia desde que era niño. Su familia siempre se preocupa por él, lo cual suena tierno, pero él lo veía de otra forma. Era un joven muy tacaño e interesado; lo único que le gustaba de las visitas familiares eran los presentes que traían.
En las últimas semanas del año, se presentó algo que nadie imaginó; el mundo sufrió de un virus tan grave que generó una pandemia. Nadie esperaba que eso pasara, por lo que no se lo tomaban en serio, hasta una semana antes de Navidad. ¡El mundo entró en confinamiento por seguridad! Ethan decidió pasar la cuarentena con su familia en su casa, y Adrien trató de invitar a su novia, pero ella también pasaría con su familia.
Adrien no pensaba acompañar a su familia durante la navidad, por un momento de hecho pensó que en cuarentena lograría disfrutar de su primera navidad en “paz”, y pensó así hasta nochebuena cuando su decisión cambió.
Adrien estaba frente a su chimenea, tomando chocolate caliente preparado por su vecina quien dijo: “antes de ir
a dormir tómalo, y descansarás totalmente” y así tomando chocolate pensaba sobre sus estudios. Sus padres lo invitaron a una reunión, por más que su abuelo Erick y hermanos Ariel y Bella insistieron, no quiso ir, usando como excusa la cuarentena. “Anda no seas malo” “te extrañamos hermano” eran las frases que rondaban en su cabeza, mientras dormía.
Al levantarse encontró un espejo enfrente. Se paró y vio su reflejo atentamente. No sabía qué hacer, sentía que estaba en su casa, aunque sabía que no era así. Escuchó una voz de lejos que se le acercaba, tan lento que lo desesperaba. Escuchó un “hola”; le resultó familiar, sin embargo, no sabía de quién era.
Cuando volteó se encontró a un señor, quien preguntó si lo recordaba, pero Adrien no respondió. El señor le dijo “hoy me acompañaras a tres lugares peculiares; cada uno de ellos te mostrarán quién eres, cómo fuiste y cómo serás, para que estés consciente de tus actos”.
Fueron en tren a la primera estación, en donde los recibió un pequeño duende verde presentándose como PAST quien le mencionó que le mostrará su pasado. Adrien lo miró asombrado, pero no habló.
Adrien le siguió el paso, y juntos llegaron a un altar.
Cuando llegaron encontró el mismo espejo que vio al despertar, el cual lo reflejaba de pequeño “Adrien, desde niño nunca quisiste aceptar el amor a tu familia, y demostraste falta de cariño. Ellos hicieron lo posible para cambiar tu avaricia, y volverte íntegro y solidario, pero nunca mostraste interés” dijo el espejo, mientras proyectaba escenas de Adrien de niño.
Entre esas escenas que el espejo mostraba, se presentó un profesor, y Adrien recordó que él era el señor con el que vino. “Deberías abrirte un poco más a tu familia, te aman y harían lo que fuera para protegerte. Tú deberías mostrar ese afecto de vuelta” se veía cómo el profesor le aconsejaba a Adrien en varias ocasiones, pero no prestaba atención.
En el tren, Adrien le preguntó: “¿Eras tú…? ¿el… el profesor?” dijo entrecortado por la sorpresa “Sí, yo era tu profesor, durante tu aprendizaje te enseñé todo, pero en especial el amor a tu familia, pero no fuiste buen comunicador ni escuchaste lo que te decía, y eso ha repercutido en tu presente y posiblemente en tu futuro.
En la segunda estación, se presentó un segundo duende rojo, llamado PRESENT, que le mostraría el presente.
PRESENT los llevó a un altar en donde se encontraba el mismo espejo, y así como pasó en la antigua estación, el espejo le narró su presente, mientras proyectaba pequeñas escenas.
“Adrien ahora eres un universitario holgazán, no muestras interés por tu familia, aunque has tenido oportunidades de cambiar, y ahora por la pandemia, estas pasando solo esta Navidad, tu amigo y tu novia pasarán con su familia, y tu familia te ha dado una oportunidad de pasar con ellos, ahora tienes que hacer una elección que definirá tu futuro”.
Lo mismo paso en la siguiente estación, al llegar los recibió el duende Amarillo llamado FUTURE, quien explicó que le mostraría su futuro. El duende lo dirigió al último altar donde estaba el espejo, quién narró cómo sería su futuro. “Tu pasado y presente te han traído consecuencias, que definieron tu destino, un destino de soledad, en donde vivirás sin compañía.
Pronto necesitarás a alguien, y no habrá nadie, todo por tus olgazanerías”.
Reflexionó y supo que eso no quería. Notó que el amor familiar es muy importante porque los mantiene seguros de cualquier situación que se presente, además son ellos con los que puede contar siempre, y sabía que la situación era complicada por la pandemia, así que en ese momento no quería nada más que ser reflexivo y solucionar sus errores, pero no sabía cómo hacerlo, a lo que aparece el perro de su familia y le dice “si en verdad quieres cambiar las cosas vuelve conmigo, yo te ayudaré a despertar”. Antes de ayudarlo el perro preguntó “¿tienes claro lo que debes hacer?” Adrien asintió y se despertó de golpe.
Se dio cuenta que era un sueño, pero él sabía lo que debía hacer y así que tomó toda la seguridad posible, haciendo conciencia sobre el riesgo al que se exponía, agarró mascarillas y alcohol. Al llegar, se disculpó por lo mal que se había portado esos años. La familia celebró junta la navidad frente a su chimenea cantando villancicos y riendo.
El amor que tenía a su familia le permitió cuidarse del virus, lo que causó que la pandemia terminara pronto por ser un ejemplo a seguir para la comunidad sobre las medidas de protección.
Todos somos reflexivos y nos damos cuenta de nuestros errores, esta es la historia de Adrien. Y tú, ¿cuál es tu historia?
Segundo Lugar
Nombre del cuento: La triste ventana de navidad
Autor: Mía Díaz
Curso: 5to PAI (1BGU)
Martin Corach era lo como él decía: un “funcionario público de la sociedad”, un taxista de profesión y ex docente de música, respetado, pero conocido también como alguien a quien no le agradaba la época navideña. Tenía un socio llamado Jefferson, con quien tenía una empresa de taxistas denominada TAO (Taxistas a la orden). A pesar de trabajar en una actividad en la que tenía que relacionarse con mucha gente, Corach era una persona mayor y sin amigos.
Todo el mundo se preguntaba qué había pasado en su vida y si acaso sus actividades diarias le provocaban algún resentimiento. De su vida se sabía poco, incluso una señora llamada Juana, que le llevaba todos los días el desayuno, mencionaba que siempre lo encontraba en el mismo lugar, conocido por muchos como: La triste ventana de Navidad.
Corach se levantaba cada mañana a trabajar y siempre regresa a la misma hora, más o menos entre las tres y cuatro de la tarde. Juana, lo esperaba para servirle la comida y le decía: Corach, no trabaje mucho, recuerde que, aunque estamos en cuarentena, debe cuidarse contra el COVID. Sin embargo, él nunca hacía caso y continuaba con la misma rutina mañanera de siempre. Mucha gente lo conocía, por su terquedad y su aislamiento, como un “viejo cascarrabias”, otros como el “Grinch” de la sociedad” y otros muy diferentes como el “Gran soldado caído”.
Un día llegó al pueblo desde la gran ciudad, el señor Marlyn, su nieto, quien como cada año tenía la costumbre de visitarlo en la víspera de Navidad. Él era un joven de mente abierta, pensador y buen comunicador. Con integridad, afecto y sinceridad en sus palabras le pedía a su abuelo que lo acompañara a conocer a su familia, más cuando en este año habían afrontado la cuarentena y existían pocas oportunidades de verse. Pero como era de costumbre, el cascarrabias señor Corach, nunca le prestaba atención y le respondía con sarcasmo:
- ¡Ja!, No sabía, que hoy era Navidad; o ¿En serio, quieres que yo vaya? No contento con ello, acompañaba sus frases frías e hirientes con una gran carcajada: – ¡Jajajaja!
- El señor Marlyn, como siempre, se retiraba triste y con una cara de infortunio; se despedía de su padre deseándole sus mejores sentimientos.
Así pasaba el tiempo en el pequeño pueblo, era víspera de Navidad. Años antes, en aquella misma época podía verse a todos comprando regalos y preparando la cena navideña, con pavos, festines y sobre todo con una gran alegría, pero la realidad actual era distinta. En el campo donde vivía el señor Corach, todo había cambiado. Era como si la cuarentena asentara su aislamiento y lo desconectara más del mundo. Él vivía en el campo, en una casa apagada, lúgubre, fría, sin vida y alegría.
En cuarentena también recibió la visita de Jefferson, su fiel socio y compañero, siempre humillado por las constantes burlas y el mal comportamiento de Corach. El socio fue hasta la casa del amargado taxista, solo con la idea de despedirse a la distancia y con medidas de bioseguridad pues, como muchos en esta época, se había contagiado de COVID y ya presentaba los estragos de la fatal enfermedad.
Jefferson pensaba que su ex compañero debía cambiar su actitud y su modo de ser para convertirse en una persona íntegra. Corach, como siempre, desde la triste ventana hizo caso omiso a su amigo, bajó las escaleras, se dirigió hacia la puerta, la abrió y pensaba gritarle que se retirara. Pero, antes de que pudiera hacerlo, vio a su gran amigo en el suelo, quiso auxiliarlo, pero tenía miedo de contagiarse. Jefferson le confesó que había tenido un sueño:
- ¡Querido amigo cambia! No quería contártelo, pero ayer me visitaron unos pequeños angelitos, quienes eran igualitos a los niñitos que a los que solías enseñar música, Margaret y Pepe. Ellos me dijeron que te van a visitar tres espíritus y que ellos te devolverán lo que más desea tu alma…
- Llorando, Corach llamó a una ambulancia y se comunicó con la familia de Jefferson, para informales (con tono frío y lejano): -Jefferson murió.
Al día siguiente, la familia de Jefferson, que conocían de su gran amistad, fueron a visitarlo para llevarlo al funeral, pero él se negó, gritándoles:
- ¡No voy a ir! –respondió con enojo.
- Ante tal respuesta, los familiares se fueron sin despedirse de él.
Esa misma noche, el Viejo cascarrabias se sentó en su raído sofá, junto a la vacía ventana, para descansar hasta que se quedó dormido. Al cabo de unas horas, sucedió algo inesperado: en medio de su dormitorio apareció uno de los tres espíritus mencionado por Jefferson. Se trataba del espíritu de las Memorias Navideñas Pasadas, que lo llevó al lugar donde creció y al conservatorio de musica donde solía enseñar a niños a tocar piano.
A la mañana siguiente, el Grinch del pueblo se levantó asustado, miró por la fría ventana y solitaria ventana de Navidad, y vio una calle solitaria sin gente. Al principio se puso a pensar en lo ocurrido la noche anterior, pero luego le restó importancia pues desde su ventana el panorama era su ideal.
Corach se sentó en el sofá y se quedó dormido, pero esta vez soñó algo diferente, algo casi animado, algo así como un mundo de videojuegos y de personas solo conectadas a Internet, en el que lo esperaba el Espíritu de las Navidades Actuales. En esta dimensión, Corach, se dio cuenta que en el mundo donde vivía, las personas estaban muriendo por el COVID, unas solo vivían jugando en línea y otras comentando y murmurando, en las redes sociales, cosas negativas sobre él a sus espaldas. Poco a poco se adentró en el juego y se encontró con Mario, Armando, Betty, Ricardo y Macerla, quienes le enseñaron un mundo paralelo al suyo: destruido poco a poco debido a la falta de fe y suficiente solidaridad entre la humanidad, la desconexión entre las personas y muchas vidas ligadas a las compras. Luego ambos, (el espíritu y él) se transportaron a la casa de su nieto Marlyn, donde pudieron ver cómo él y su familia pasaban la víspera de Navidad con alegría, amor y felicidad en familia.
Después de eso, el espíritu navideño lo llevó de retorno a su casa. A la mañana siguiente, Corach se levantó con un fuerte dolor de cabeza, mientras se pregunta si todo lo que había vivido era real o solo habría sido un sueño, pero como se sentía cansado y sin pensarlo más de dos veces, se quedó nuevamente dormido en el gran sofá para recibir sin ningún aviso el tercer espíritu.
Pero a diferencia de los otros, este espíritu no era tan amable, no hablaba y lucía un aspecto muy apagado y gris. El espectro le mostró tres escenas distintas: su finca en el campo con un aviso de venta; a uno de sus empleados, Ignacio, pobre y llorando por la pérdida de sus bienes e hijos debido a la pandemia y finalmente, una habitación de un hospital. Avanzaron hasta una cama donde el viejo yacía conectado a unos cables para poder respirar.
Corach le preguntó: – ¿Qué hago aquí? ¿Por qué me encuentro en esta cama? Al fin el fantasma habló y respondió: -Esta imagen refleja cuál será tu final si no cambias, esa será tu nueva vida. Te aconsejo que mires hacia el futuro, no te quedes envuelto en las sábanas del pasado. Es el momento de ser más reflexivo, tener mente abierta, ser pensador e íntegro. Vuelve a tu familia, valora a tus seres queridos, habla con tus amigos, ayuda a quien lo necesite.
Cuando Corach despertó entendió que todo había sido un sueño y que ese día que había olvidado era Navidad. Con mucha alegría, mandó un e-mail a su querido nieto Marley anunciándole que iba a pasar las fiestas con él.
Pero antes llamó por celular a Ignacio y le anunció que le daría una remuneración por todos sus años de servicio y por el teletrabajo que realizaba, después compró regalos online, pidió disculpas a la familia de su amigo Jefferson y, por último, se dirigió hacia la casa de su nieto con todas las medidas de seguridades para pasar por primera vez esta Dulce Navidad, gritando: – ¡Cuídense! ¡Quédense en casa y quiéranse mucho entre sí! Así la antigua y fría ventana de Navidad, por primera vez esa noche, lució adornada y con deslumbrantes y vibrantes colores.
Mientras se escuchaban los villancicos de siempre. Moraleja: Aunque muchas veces en nuestras vidas nos sintamos que ya no podamos más, siempre va a ver una luz que nos guiará hacia una oportunidad. Siendo reflexivos y mentalidad abierta con la toma de nuestras decisiones y las formas en la que vemos al mundo, siempre vamos a tener una ¡Dulce Navidad!