“Los padres son los mejores modelos a seguir para los niños. Cada palabra, movimiento y acción tiene un efecto.”
Bob Keeshan
1. Acciones de la primera infancia para los padres.
Educar a los hijos es un gran reto, es muy importante en esta etapa que los padres y madres proporcionen al niño(a) mucho afecto y seguridad.
En la primera infancia es donde se forman los lazos más sólidos. El niño y sus padres se infunden vida mutuamente y se sincronizan en cuerpo y mente. La respiración, los lloros y la mirada del niño se fusionan con la firma biológica y psicológica original de los padres, lo que genera un patrón nuevo.
Sea consciente del mensaje que les transmite a sus hijos, detrás de todas las palabras y comportamientos suyos hay un mensaje que la mente de su hijo está recibiendo y absorbiendo.
La manera de responder de los padres a las necesidades sobre todo físicas del niño y de crear una sensación de unidad, establece el marco de toda la dinámica posterior padres-hijos.
Sin poseer todavía un sentido claro de cuáles son sus límites físicos, el bebé necesita estar cerca del cuerpo de los padres o cuidadores para sentirse seguro y protegido; así aprende a confiar en el mundo exterior y desarrolla el concepto de seguridad.
2. Un viaje de autodescubrimiento.
Cuando descubrimos que nuestro tiempo ya no nos pertenece, llegamos a la profunda reflexión de que ya no podemos decir que nuestra vida sea nuestra. En el asiento del conductor hay otro, cuyas necesidades son más apremiantes.
Entregarnos al bebé tanto como nos demande es una responsabilidad psicológica y
emocional tremenda capaz de dejarnos sin energía y hacernos perder el juicio, sobre
todo si no contamos con ayuda. Si además trabajamos profesionalmente, podemos
acabar exhaustos hasta decir basta y al borde de la crisis psicológica.
En este autodescubrimiento se van conectando muchas emociones, que, sin duda, nos llenan muchas expectativas en la que como padres empiezan a descubrir partes de las que desconocían su existencia: la capacidad tan grande de amar, de dar, de servir, y, en la misma medida, el deseo de control, poder, evaluación y perfección.
Educar de forma consciente no equivale a hacerlo bien en todo momento, sino a evolucionar juntos. Los hijos son de lo más indulgentes y si nos quedamos cortos tampoco sufren una herida irreparable. Por el contrario, aprenden a aceptar sus propias limitaciones al ver que aceptamos las nuestras.
3. Una oportunidad para enseñar rutinas y hábitos.
Los padres y madres son los primeros modelos de comportamientos para sus hijos, por eso deben cuidar mucho los comportamientos en casa y resolver los problemas y diferencias de la pareja mediante el diálogo y la comprensión.
El crear rutinas, establecer horarios, pero además de los hábitos repetitivos ayudan a construir un equilibrio emocional que les proporciona un mecanismo importantísimo para su educación y para la construcción de su personalidad. La repetición de los actos cotidianos forma hábitos y la repetición de los hábitos forman virtudes.
Los beneficios de enseñar rutinas y hábitos son:
Rutinas
- Aportar seguridad y autonomía, perseverancia y constancia.
- Descubrir el mundo.
- Organización.
- Mejor ambiente familiar.
- Enseñar valores.
- Aprender a valorar las cosas.
Hábitos
Expositora:
Ps. Cl. Maira Franco
Consejera estudiantil