El liderazgo se asocia con personas que han cambiado la historia dejando un legado a la sociedad o su entorno. Estas, generalmente, han mostrado cualidades extraordinarias como seres humanos con experiencias valiosas y de gran influencia a nivel local o mundial.
En el sector educativo, esta definición no se aleja de la verdad ya que un líder puede ser el profesor, esa persona que es capaz de transformar positivamente sus vidas, como también llevarlo hacia las familias y compañeros de trabajo. Al complementar el término de liderazgo con lo educativo, adquiere un sentido formativo y de proyección en las instituciones del sector. Por lo tanto, el líder educativo debe poseer ciertas competencias que los alineen a una cultura de liderazgo, es decir que debe promover la democracia, destacando sus habilidades de comunicación, empatía, firmeza y capacidad de escucha.
Ahora bien, formar líderes educativos no solo es responsabilidad de las autoridades de un colegio o universidad, es deber de todos los actores de la institución ya que con su ejemplo generan vinculación directa con todos sus miembros. Al encontrarnos en un mundo acelerado por la digitalización, quienes estamos dentro del entorno educativo debemos aprender a evolucionar y mantener una formación constante que ayude a maximizar el potencial de cada uno y de esta manera transmitir esa visión a los estudiantes. El rol de los líderes educativos es desarrollar sus habilidades blandas (soft skills), propiciando espacios ideales para la enseñanza y aprendizaje. De manera que, hace pocos días nuestro equipo docente y administrativo fue parte de un taller internacional con el Lcdo. Borja Milans Del Bosch, coach español especializado en liderazgo quien desarrolló una jornada llena de experiencias que permitió a todos interiorizar cómo podemos alcanzar ser líderes educativos.
Seamos, entonces, líderes desde cada uno de los roles que desempeñamos en nuestra sociedad, ya que de esta manera, ayudaremos a potenciar el talento de cada persona que nos rodea.